La principal amenaza que se cierne sobre nuestras masas arboladas es el fuego. Las predicciones sobre los efectos del cambio climático, que apuntan hacia una mayor sequedad de los veranos junto a una mayor precipitación invernal que incrementará la carga de combustible fino de herbáceas y arbustivas en el sotobosque, dibuja un panorama de elevado riesgo para nuestras masas arboladas. El abandono de las tierras cultivadas y zonas de pasto marginales en contacto con las masas arboladas y que compartimentaban los grandes espacios forestales del Prepirineo y mitad sur del Pirineo han incrementado de forma exponencial el potencial desarrollo superficial de grandes incendios urgiendo a un giro radical en la gestión de nuestros montes. Se debe recuperar la ganadería extensiva, los aprovechamientos madereros y apoyar el poblamiento rural de estos territorios por personas que vivan de sus recursos naturales en una importante proporción para tener más garantías para la protección de estos montes.
En segundo escalón de amenazas se sitúan las enfermedades y plagas en donde intervienen especialmente la acción de insectos como vectores o directamente por su depredación que potencialmente pueden provocar serios daños apoyados en la explosiva capacidad reproducción de estos artrópodos. Las plagas se ceban especialmente sobre masas y pies que presentan debilidad por: sufrir una fuerte competencia lo que las debilita al competir por los escasos recursos, las malas condiciones climáticas o edáficas, los daños físicos del arbolado, el decaimiento, etc. Pero las plagas más severas y catastróficas están originadas por la importación de especies alóctonas de plagas frente a las que no están acostumbradas nuestros arboledas .Nuestras masas arboladas han sufrido históricamente estas amenazas y en el caso por ejemplo de la enfermedad de la grafiosis de los olmos, que entro a España desde Europa en los años 80 con un cepa muy virulenta, supuso la práctica desaparición de las olmedas de nuestra provincia. Actualmente se está muy vigilante a nivel europeo sobre la evolución de la denominada como “nematodo de la madera del pino” que se trata de un microscópico invertebrado introducido en los árboles por un escarabajo perforador y que proviene de América donde no causa grandes daños. Fuera de su hábitat se ha erigido como el organismo patógeno más peligroso para los pinares y coníferas a nivel mundial. En Japón ha ocasionado la muerte de millones de árboles. La existencia de un red europea de puntos de vigilancia ambiental del estado de los bosques deberá garantizar la protección frente a estos riesgos.
El hombre y la agricultura con la roturación históricamente han supuesto la pérdida de muchos terrenos arbolados en nuestros somontanos pero la vigilancia medioambiental ejercida los últimos decenios ha conseguido detener este proceso de forma radical. En el futuro las ayudas a la repoblación de terrenos agrarios debe ayudar a recuperar terrenos marginales agrícolas a los bosques.
La falta de aprovechamientos de los montes constituye por si mismo un serio riesgo para la propia viabilidad de las masas arboladas al: no corregir situaciones de grave densidad y competencia del arbolado que los debilita, no erradicar y eliminar en sus primeros estadios los brotes de enfermedad o plaga que afectan a las masas arboladas, impedir el rejuvenecimiento del arbolado, favorecer la acumulación de biomasa muerta en los montes, etc.