incendios forestales

Idea principal
El mayor factor actual de inestabilidad para nuestros bosques son los incendios forestales. Las sierras del Prepirineo (Loarre, Caballera, Guara, Montsec, La Carrodilla, etc.) han sufrido secularmente incendios forestales que han mermado y amenazado su potencial forestal. En la Sierra de Loarre en el verano del 2001 se produjo un gran incendio forestal que afectó a una superficie de unas 3.300 hectáreas que fueron devoradas por las llamas en apenas unos días.

Conceptos clave
Incendio forestal. Modelo de combustible. Selvicultura preventiva. Gran Incendio Forestal (GIF), Inflamabilidad. Combustibilidad.

Resumen
Uno de los grandes retos en la gestión forestal de los últimos 30 años ha sido la lucha contra los incendios forestales. El abandono agrario, la escasa actividad de las explotaciones forestales, la disminución de la carga ganadera, el descenso del aprovechamiento de leñas y la mayor actividad recreativa en los montes ha llevado a aumentar considerablemente el riesgo de sufrir grandes incendios forestales.
El fuego tradicionalmente constituyo una importante herramienta de pastores y agricultores para el control de la vegetación leñosa para favorecer a las herbáceas. A ello hay que unir los fuegos naturales que son especialmente abundantes en áreas que soportan muchas descargas eléctricas como el Prepirineo y el Pirineo. Por todo ello se puede decir que actualmente no hay ningún paisaje forestal que no haya sido moldeado por el fuego de forma más o menos intensa en su historia. Hoy podemos reconocer por las especies presentes el grado de incidencia del fenómeno fuego en distintos ecosistemas principalmente mediterráneos y que en algunos casos han provocado, por la reiteración de incendios, la imposibilidad de tener una cobertura arbórea en amplias áreas.
Los pilares básicos donde se debe centrar la lucha contra los incendios forestales serian, por este orden: la mejora de la gestión y aprovechamientos forestales, el establecimiento de áreas cortafuegos jerarquizadas que fraccionen los grandes espacios forestales continuos en compartimentos de tamaños inferiores a unos pocos miles de hectáreas, la mayor eficacia y coordinación de los medios de extinción, la selvicultura preventiva, la concienciación ciudadana, etc.
En el verano de 2001 un gran incendio forestal asoló la Sierra de Loarre, afectando a numerosos núcleos como Riglos, Linás de Marcuello, Sarsamarcuello y Loarre. Se vieron afectadas 3.300 ha de terreno forestal de bosque mediterráneo, cubiertos principalmente por pinares de repoblación de pino carrasco (Pinus halepensis) y pino laricio (Pinus nigra) y pinares naturales de Pino silvestre (Pinus sylvestris) y también se afectaron masas naturales de encina ( Quercus ilex) y quejigo (Quercus faginea). Si bien estas segundas especies se han podido recuperar con mayor prontitud por su resilencia frente al fuego volviendo a brotar con vigor después del incendio.
Tras un incendio de estas características se deben poner en marcha medidas para favorecer la restauración de las masas forestales mediante la siguientes actuaciones urgentes: retirada de pies muertos y eliminación de restos vegetales, ejecución de construcciones sencillas, como empalizadas, con materiales del territorio como ramas y troncos para la lucha contra la erosión, tratamientos preventivos frente a posibles plagas, ayudas a la regeneración natural e incluso acudir a la repoblación forestal, en su caso, mejora y construcción de nuevas infraestructuras para la prevención y lucha contra incendios forestales, siembras aéreas en áreas de difícil acceso, construcción de refugios provisionales para la fauna y otaderos artificiales, etc.
La lucha directa contra incendios forestales se apoya fundamentalmente en el establecimiento de una red de vigilancia, el acondicionamiento de una red de puntos de agua e hidrantes, así como la disponibilidad de una flota de vehículos y medios aéreos especialmente preparados para los incendios forestales dotados de personal profesional en materia específica de extinción de incendios forestales. Dentro de los medios humanos en un incendio forestal intervienen un gran número de profesionales desde el Director de Extinción, los retenes forestales, los pilotos, los guardas forestales, la Guardia Civil, los bomberos, personal sanitario, personal de apoyo logístico, etc.

Algunas ideas para saber más

  • Los condicionantes principales que van a retardar o acelerar un incendio forestal en un monte son: la temperatura, la humedad relativa, la morfología del terreno, el régimen de vientos y la estructura, estado y composición de la vegetación.
  • La inflamabilidad de las diferentes especies forestales nos indican la mayor o menor probabilidad de que ardan y se quemen con facilidad por un aporte de calor externo que puede ser un rayo, una pavesa, una chispa, un cortocircuito, etc. En nuestra provincia tenemos como especies muy inflamables todo el año al pino carrasco (Pinus halepensis) y a la encina (Quercus ilex). Asimismo dentro de las especies que se consideran poco inflamables destaca el boj (Buxus sempervirens) el lentisco (Pistacia lentiscos) y el olivo (Olea europaea).
  • La selvicultura preventiva busca mediante el manejo y gestión de la vegetación antes de un incendio, reducir el número de siniestros, minimizar los daños en el caso que se produzca el incendio forestal y mejorar las condiciones de acceso y seguridad de los medios de extinción. Básicamente se basa en la modificación de la combustibilidad de la masa con la ruptura de la continuidad de los combustibles tanto horizontal como vertical , mediante actuaciones selvícolas que han de estar de acorde con las condiciones socioeconómicas y ecológicas del territorio. Las actuaciones más realizadas son: desbroces, limpias, podas y clareos, pastoreo controlado, áreas cortafuegos y quemas controladas.
  • Para el estudio del potencial comportamiento de los incendios en un territorio se recurre a la simplificación de las distintas formaciones vegetales existentes dentro de una serie de modelos de combustible forestal que permiten clasificar la vegetación en función del comportamiento esperable frente al fuego. En España se ha utilizado frecuentemente la escala de Rothermel convenientemente adaptada para cada territorio y que establece un total de 13 modelos de combustible agrupados en cuatro grupos: pastos, matorral, hojarasca bajo arbolado y restos de corta y operaciones selvícolas.
  • En un incendio forestal se pueden diferenciar diferentes partes: la cola (parte trasera del incendio, ya poca activa), los dedos o lenguas (como brazos de desarrollo del incendio), los flancos (los lados o laterales del incendio; derecho e izquierdo), los entrantes o bolsas (espacio sin quemar entre lenguas de un incendio) y el frente del incendio (la parte más activa desde donde avanza el incendio). Pueden diferenciarse varios frentes o varios focos (incendios activos pero no conectados).
  • Se pueden dar formas muy diferentes de los incendios, desde formas circulares (en terrenos llanos, sin viento y con combustibles homogéneos), formas irregulares (en terrenos en pendiente, con viento variable y combustibles heterogéneos) o formas elípticas (en terreno llano con viento).
  • Se suelen diferenciar distintos tipos de fuego en función de su desarrollo respecto al nivel del suelo, distinguiendo: fuego de subsuelo que afecta al material combustible que se encuentra en el propio suelo; fuego de suelo que se desarrolla pegado al terreno; y fuego de copas que por efecto del viento asciende y avanza por el follaje y ramaje del arbolado. Dependiendo de los condicionantes del incendio forestal nos podremos encontrar con alguno de estos modelos o una combinación de todos ellos.
  • El cambio climático pronostica una mayor precipitación invernal y una acentuación de las sequías estivales en los climas mediterráneos que parecen aventurar un agravamiento importante del peligro de incendios forestales en buena parte de nuestra provincia. Si a ello unimos el abandono rural la situación puede tornarse explosiva si no se toman medidas.
  • El diseño de áreas cortafuegos tiene muy en cuenta la jerarquización establecida de las mismas, establecida en función principalmente del valor de las masas a proteger , del orden de magnitud de la superficie que compartimenta y de las características de la vegetación perimetral a la mismas. Su ubicación se debe apoyar, en lo posible, en elementos naturales de bajo riesgo como superficies desnudas o de baja carga natural como pastizales y en superficies de cultivo mantenidos con baja carga de combustible durante el estío. Su localización orográfica buscará preferentemente zonas de cresta, a ser posible amplias para facilitar el trabajo de retenes, donde el cambio de comportamiento del fuego que allí se produce favorezca su control. Se buscará disminuir al máximo la afección paisajística evitando cortafuegos muy rectilíneos, sin bandas de amortiguamiento y huyendo de cambios de cobertura extremos en su definición.
  • Las distintas especies de plantas presentan diferente resilencia frente a un incendios forestal y algunas disponen de ventajas adaptativas en el caso que se produzca dicho incendio. Algunos árboles como son el caso del pino piñonero (Pinus pinea), el pino canario (Pinus canariensis) y el alcornoque (Quercus suber) presentan una resistencia directa al paso de las llamas, ya que tienen una corteza suficientemente gruesa como para minimizar el efecto de las llamas. Otros árboles incluso pueden rebrotar, es decir, generar nuevos tallos y hojas verdes después de haberlas perdido tras el incendio, como el mismo alcornoque o el pino canario, los robles (Quercus cerrioides) y las encinas (Quercus sp.). El pino carrasco (Pinus halepensis), muy presente en toda la Sierra de Loarre, así como la jara blanca (Cistus albidus), su sistema de adaptación al fuego consiste en generar un rico banco de semillas con cubiertas coriáceas que necesitan del paso del fuego para abrirse y prosperar. En particular las piñas del pino carrasco se abren después de un incendio forestal dispersando los piñones para la regeneración de la masa, denominándose piñas serotinas (que da fruto tardío). En el caso de no presentar ningún tipo de defensa específica, algunas plantas, tras un incendio forestal, pueden llegar a su extinción a nivel local.