los bosques del Pirineo: Oturia

Idea principal
La situación del monte de Oturia en una situación privilegiada y central en relación al Pirineo aragonés nos da pie a explicar entorno a esta ruta las singularidades de la distribución particular de las distintas masas forestales presentes en el Pirineo. Además conforma esta montaña con otras elevaciones un importante cambio en las condiciones climáticas a este y oeste del mismo diferenciando al oeste el pirineo occidental, con una mayor pluviosidad, por mayor influencia de la humedad atlántica, y una mayor concentración de la misma durante el invierno, y al este el pirineo central de una más acusada continentalidad y menor pluviosidad con una máximo relativo estival.

Resumen
En el Pirineo oscense y sus estribaciones confluyen los dominios eurosiberiano y mediterráneo lo que le confiere una rica e interesante variedad de ambientes encontrándonos con multitud de mezclas de especies de ambos dominios a poca distancia. El clima es en general húmedo si bien contrasta mucho las frescas umbrías con los mayores rigores de sequedad y temperatura de las solanas. Un caso particular son los estrechos cañones y desfiladeros donde encontramos interesantes ejemplos de inversión térmica que sitúa a los encinares a mayores cotas que hayedos y abetales. En nuestras sierras los bosques tienen un límite altitudinal que se sitúa entorno a los 2.500 metros pero que la acción del hombre y los ganados ha hecho descender, en muchas de nuestras sierras, a niveles netamente inferiores.
A continuación se presentan los bosques que de mayor a menor altitud encontramos en general en el Pirineo oscense teniendo en cuenta que estos pisos altitudinales descienden de cota en las umbrías en relación a las solanas. En el piso subalpino y montano superior encontramos un bosque de coníferas de montaña, que vendría a corresponder con la taiga, dominado por el pino negro (Pinus uncinata) acompañado por el abedul (Betula pendula), sauce cabruno (Salix caprea), enebro enano (Juniperus communis), etc. A un nivel inferior, en el montano superior, se ve sustituido por el pino silvestre (Pinus sylvestris) y el abeto (Abies alba). Le sucede a menores cotas los bosques caducifolios mesófilos con un claro dominio del haya (Fagus sylvatica) en la mitad occidental de nuestro Pirineo y con menor presencia en el Pirineo Central donde en ocasiones le sustituye el abedul. En general el hayedo podemos decir que necesita tener la copa fresca ubicándose en el límite de las nieblas y ambientes más frescos y el abeto necesita tener el suelo húmedo por lo que requiere suelos profundos de pie de ladera. En ocasiones este bosque caducifolio presenta una gran riqueza específica y forma auténticas fragas o selvas reuniendo hayas, robles, fresnos, arces, serbales, avellanos, cerezos, tilos, pinos silvestres, acebos, tejos, etc. Una de las mejores representaciones por su variedad y originalidad de presencia de frondosas y espectacularidad otoñal es la pardina del Señor en Fanlo.
La especie más presente en todos estos ambientes pirenaicos es el pino silvestre. Se trata de la especie que ocupa una mayor área de distribución natural a nivel mundial extendiéndose desde Siberia hasta la península ibérica y presentando multitud de ecotipos. Estos pinares en muchas ocasiones forman el denominado pinar musgoso, principalmente en las umbrías, que viene a ser una etapa serial inferior del bosque de caducifolios. Con una adecuada gestión estas masas evolucionarían a un bosque mixto de gran frondosidad e interés naturalístico. Los claros que se abren en estas laderas son colonizados en muchas ocasiones por abedules (Betula pendula) o los característicos corros de álamo temblón (Populus tremula). Son por ello testigos de antiguas cortas, zonas afectadas por plagas, afectados por avalanchas, etc. Los fresnos (Fraxinus sp.) los encontramos en los valles pirenaicos o bien formando setos entre prados o pequeñas masas mixtas cerca de los cursos de agua.
En las laderas del piso montano inferior y más soleadas del Pirineo encontramos a los robles subesclerófilos, robles marcescentes (Quercus cerrioides) a los que se asocia distintas especies de serval (Sorbus sp), arces (Arce sp) y el pino laricio (Pinus nigra). El pinar de laricio forma importantes masas naturales y repobladas en el Prepirineo oscense y cotas inferiores del Pirineo especialmente en el Sobrarbe. El roble marcescente es también muy abundante en el prepirineo donde colonizan las laderas de solana y las valles más frescos de los somontanos.
En las gargantas pirenaicas y escarpes rocosos protegidos de los fríos encontramos un árbol esclerófilo, claramente mediterráneo, la encina (Quercus ilex). Esta también presente los encinares en las laderas prepirenaicas ocupando frente al robledal los terrenos más pobres y rocosos de solanas e incluso umbrías en las menores cotas que no están cubiertos de pinar.

Algunas ideas para saber más

  • Entre los bosques naturales más espectaculares del Pirineo Oscense, considerados por expertos naturalistas, destaca el hayedo-abetal de Gamueta, la Selva de Oza, la selva de Hoz de Jaca, Peña Oroel, San Juan de la Peña, El valle del Aragón, Los cañones de Ordesa, Añisclo, Escuaín y Pineta, la pardina del Señor de Fanlo, la Selva de Plan, el valle de Bujaruelo, El valle de la Garona, Montes de Viu, Bosques de Benasque, Bosques entorno al Turbón, etc.