sabina negral

Juniperus phoenicea Linneo

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Presentación de la especie
El nombre científico phoenicea, significa “rojo o encarnado” que seguramente hace referencia al color de su fruto. Se trata de la sabina más frecuente en la península y también en nuestra provincia. Es una especie que no suele ser muy abundante y se presenta en multitud de ocasiones como pie aislado o en rodales poco extensos. En la Sierra de Lanaja encontramos las más extensas masas provinciales.

Encontramos la sabina rastrera (Juniperus sabina) en pinares de pino negro sobre sustratos calizos muy rocosos en el Alto del Pirineo y en los Monegros principalmente, y en algunos reductos del Somontanos encontramos pies de la sabina albar (Juniperus thurifera).
Algunos de los nombres utilizados en la Península Ibérica para referirse a la sabina negral: Sabina suave, Sibina (Baleares). Sabina negral, Sabina de roca (Pirineo aragonés).

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Características principales
Es un arbolillo siempreverde de mediana talla que suele alcanzar tallas de entre 2 y 6 metros de altura en pies adultos. Presenta un tronco grueso corto y robusto, de forma cónica en los pies más viejos y aislados y con un porte más cilíndrico cuando vive formando masas. La corteza es oscura, pardo-grisácea, que se desprende en escamas y tiras delgadas.
La copa es ampliamente oval o redondeada de color verde oscuro, muy ramificada desde la base (sino se ha podado) y densa. Las hojas son cupresoideas (parecidas al ciprés) de color verde intenso o verde amarillento, en conjunto muy oscuro y cubren densamente los ramillos.
Los frutos son gálbulos duros y de color amarillo-leonado antes de madurar y ya maduros rojizos y lustrosos.

Usos y curiosidades
El crecimiento de la sabina negral es muy lento, llegando a alcanzar los 500 años de edad.
La madera es de tonalidades oscuras, de olor intenso, gran densidad y larga duración, ya que se considera imputrescible y que no puede ser atacada por insectos, gracias a su resina aromática que la impregna. Se considera madera preciosa del tipo llamado cedro desde la Antigüedad. Es muy buena, cuando se consiguen buenos diámetros y longitudes, para la carpintería, ebanistería y construcción.
Esta madera es un muy buen combustible y da un carbón de primera calidad. El olor tan intenso que se produce al quemar sabina se ha utilizado por la gente ahuyentara a los insectos y, según algunos autores, incluso para hacer huir a las serpientes.
Pero su principal función es de protección tanto de suelos en montañas especialmente áridas como nuestros Monegros como también de fijación de dunas litorales en otras latitudes, etc. Tiene también su importancia de uso en jardinería y la mala germinación de sus semillas ha sido felizmente resuelto en el vivero de Gurrea de Gállego lo que ha permitido la repoblación con esta especie que antaño se piensa cubrió los Monegros por ser una especie que aguanta intensas heladas y climas especialmente secos superando al pino carrasco.